Política ambiental: ¿Un respiro para la Amazonía?

Hay aspectos simbólicos y morales en preservar la Amazonía, la mayor floresta tropical del planeta con 80% de su área en Brasil, pero otros absolutamente prácticos. Este ecosistema es un importante sumidero de carbono a nivel global, enorme fuente de biodiversidad y regulador del clima de la región. La evapotranspiración de los árboles enfría su superficie y, debido a la baja de presión que esto genera, succiona masas de aire húmedo del Atlántico que chocan con la Cordillera de los Andes y se desplazan hacia el sur.
Estos “ríos voladores”, como son conocidos, mantienen los humedales del Pantanal y el rol preponderante de Brasil en la agroindustria mundial como el mayor productor de azúcar, café, soja y zumo de naranja, y uno de los principales productores y exportadores de maíz, carne porcina, bovina y avícola. También alimentan a los ríos y las hidroeléctricas de la región, como la presa de Itaipú que puede suministrar electricidad para una población del tamaño de Argentina. Todo eso siempre y cuando llueva.
Los servicios ecosistémicos que proporciona necesitan ser resguardados por el bien de la floresta y de nuestra especie. Algunos investigadores afirman que Amazonia se aproxima a un punto de inflexión si las actuales tasas de deforestación se mantienen. Esto implicaría una pérdida de resiliencia de este ecosistema, que se volvería entonces más sensible a fluctuaciones en el clima y cambio en el uso de suelos, lo que tendría a su vez efectos profundos en la biodiversidad, almacenamiento del carbono y cambio climático a nivel regional y global.
Una política ambiental de preservación de la Amazonia debe obviamente tener en cuenta las necesidades básicas de su población marginal, y esto resume el gran desafío político y social del gobierno que asumirá a partir de enero de 2023 en Brasil frente al mundo: la necesidad de conciliar los requerimientos de bienestar de nuestra sociedad con un medioambiente sano, diverso y funcional. Lo que queda en evidencia, incluso en las discusiones sin precedente en la COP27 de compensación económica a países subdesarrollados por sus esfuerzos de conservación, es que en un planeta con ecosistemas bajo enorme presión la clase política debe abrazar de forma urgente y responsable la causa ambiental. (...)