El colapso de los ecosistemas costeros en Chile

A comienzos de año, las primeras mediciones nos dieron la señal de alerta. Había una alarmante disminución en el caudal del río Maipo, uno de los principales sistemas fluviales de Chile central, con una cuenca de 15.380 km2. A solo 20 kilómetros de la desembocadura, en la estación Cabimbao de la Dirección General de Aguas, el caudal llegaba a 1,8 m3 por segundo. En comparación, en 2010, el caudal superaba los 101 m3 por segundo.
A fines de enero ocurrió lo que temíamos: se presentó un embancamiento en la desembocadura y el río dejó de conectarse con el mar, por primera vez desde que se tiene registro en esa zona. Pero lo que está pasando en este estuario está lejos de ser una situación aislada, ya que se repite en otras importantes desembocaduras que estamos también investigando tanto en el Observatorio de la Costa UC, como en los centros científicos CIGIDEN y SECOS, en los ríos Aconcagua (Región de Valparaíso), Cahuil y Mataquito (Región de O’Higgins).
En todos los casos las causas suelen ser similares, es decir, la intervención de los caudales de los ríos para actividades productivas y la sobreexplotación del recurso hídrico. A estos factores debemos sumar la megasequía que afecta al país desde hace décadas y el aumento de las marejadas, que según nuestras investigaciones son más intensas y persistentes desde 2015. En efecto, de acuerdo al GEOlibro “Hacia una Ley de Costas en Chile: bases para una gestión integrada de áreas costeras”, las marejadas han causado daños a la infraestructura costera más de 200 veces desde 1823, y se ubican como el tercer desastre de origen natural en términos de daños en el país, después de los terremotos y tsunamis. (…)
La desembocadura del río Maipo, en particular, ha sido uno de nuestros “laboratorios naturales” para estudiar estos fenómenos, donde se presentan todos los factores antes mencionados, a los que debemos sumar el crecimiento urbano en los últimos 50 años y la expansión del Puerto de San Antonio. La semana pasada estuvimos en esta desembocadura como parte de un esfuerzo interdisciplinario liderado por el Instituto Milenio SECOS, en el que participan investigadoras e investigadores de seis universidades del país.
Se trata de una investigación inédita, no solo por la importancia científica de analizar estos cierres en las desembocaduras, que conllevan diversos impactos para los ecosistemas, sino también porque representa un ejemplo de gestión integrada para la costa donde participan representantes de comunidades locales y autoridades. Todas y todos empujando la investigación y la generación de conocimiento para la protección de la costa en Chile. (…)
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